La empatía es el elemento fundamental para saber qué sienten los demás y se ha convertido en un factor clave en la educación, aunque frecuentemente es olvidado. Normalmente las personas no manifestamos verbalmente nuestras emociones, por lo que el ser humano capta esas emociones mediante la interpretación de los mensajes no verbales o la lectura “entre líneas” de lo manifiesto. Desde este punto de vista surge la pregunta: ¿qué está interpretando el alumno de su profesor o profesores, y qué están interpretando los profesores de sus alumnos?
Los humanos tenemos la capacidad de identificar cuándo otro ser se pone en nuestro lugar y es capaz de sentir lo que nosotros estamos sintiendo. Por lo tanto, el ser humano puede sintonizarse emocionalmente y esto provoca sensación de compenetración y entendimiento. Esta compenetración, que Daniel Stern llamó ‘Sintonización’ [Goleman 1966], es la que necesita sentir el alumno de su profesor.
Quizás el Elearning dé la impresión de dificultar la relación empática entre alumno y profesor. Pero basta con pensar que la imagen, la voz, la reacción que se produce ante una pregunta del estudiante, o la forma de participar en una webinar o una masterclass genera en el alumno una idea de cómo es el docente, de si está implicado emocionalmente con su proceso de aprendizaje. Se trata, como dice Stern, de sintonizar.
El término empatía ha sido utilizado por diversos autores y hasta podríamos pensar que es un vocablo de moda. Si nos centramos en su definición, debemos entender por empatía (del vocablo griego antiguo εμπαθεια, formado εν, ‘en el interior de’, y πάθoς, ‘sufrimiento, lo que se sufre’), llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, como la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra. En el propio diccionario podemos encontrar su definición como la ‘identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro’ (Real Academia de la Lengua Española). Como podemos observar, ambas definiciones abocan a la inteligencia emocional.
Gardner califica la empatía como inteligencia emocional. Goleman explica que la conciencia de uno mismo es la facultad sobre la que se sustenta la empatía, ya que cuanto más se es consciente de las propias emociones, mayor será la comprensión de los sentimientos de los demás. Y en especial, destacar cuando se dice “la raíz del afecto sobre el que se asienta toda relación dimana de la empatía, de la capacidad para sintonizar emocionalmente con los demás” [Goleman 1966].
Al igual que la inteligencia emocional, la empatía debe entrar con fuerza en la enseñanza de la mano de los profesores. Han de ser los docentes los encargados de fomentar y trasladar actitudes empáticas hacia sus alumnos y entre los propios estudiantes.